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Pueblos Mágicos michoacanos afectados por la violencia


A las puertas del museo de sitio de la zona arqueológica de Tzitzuntzan, dos jóvenes de 19 y 20 años, vestidos con camisa azul y pantalón y botas negras, entretienen el tiempo con la música y los juegos de sus teléfonos celulares. La calma los aburre. Son los vigilantes de las Yácatas, el centro ceremonial purépecha que este sábado de octubre ha visto pasar, si acaso, a 30 visitantes.

“La gente ya no viene como antes”, dice Édgar, uno de los vigilantes. Originario de Pátzcuaro, desde hace un año es empleado de una empresa de seguridad privada que le paga un salario mínimo por sus turnos de 24 por 24, en esta zona arqueológica que desde 2009 resta números en sus visitas.

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